lunes, 14 de marzo de 2011

Sonará a Sabina

Para mí lo que tuvimos siempre sonará a Joaquín Sabina. Sonará a caminar de la mano por esa calle con adoquines y casas de colores donde viviste. Sonará a lluvia que cae afuera mientras miramos por la ventana. Sonará a escaleras de madera en forma de espiral que crujen cuando subimos. Sonará, un poco, a desayuno a la sombra de un árbol que no recuerdo el nombre, y en un jardín que no sé dónde habrá quedado.

Sonará como la primera vez que escuché a Sabina sin hacerme la tonta, porque antes de esto para mí él no era importante. Sonará a una muchacha de ojos tristes que se refugia en la escritura de sus memorias para pasar un poco las penas, haciéndole creer al lector que estas líneas son ficticias.

Sonará a unas pequeñas lagrimitas derramadas cualquier día sobre cualquier mesa en cualquier casa.Sonará a recordar esa parte del puente de "Rayuela" que él le repetía de memoria a ella, mientras ella, derramaba su inmadurez por todo el cuarto sin entender nada del todo.

Sonará a todas esas cosas tristes que nadie nunca quiere leer otra vez porque saben que esas cosas duelen y hacen llorar un poco. Hacen llorar cuando se cree que el llanto es más falso que las llamadas "lágrimas de cocodrilo", pero que, en el fondo, cuando se llora de esa forma, uno sabe que es el llanto más profundo y necesario que se debe hacer de vez en cuando. De vez en cuando se pierde algo o a alguien, y se sabe que, lamentablemente, sí tenía que ser. Porque desde un principio estaba acordado que así sería: esto duraría poco tiempo. Y no porque dos personas quieran jugar a quererse el acuerdo cambiaría, no, no. Así era, así tenía que ser y así es.



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