miércoles, 19 de mayo de 2010

El Hilo Negro


Cuando ella me miraba todo tenía sentido. Cuando jugaba con sus piernas a cerrarlas y abrirlas mostrándome su corazón derrocado por la rabia, la ira, la pena. Estaba tan sola en esto que llamamos mundo. Estaba tan indefensa y lo único que quería era ser bailarina. Subirse a un árbol habría sido bueno en vez de tirarse de las cuerdas del columpio justo cuando éste se encontraba en lo más alto. Pero así era ella: impulsiva, ni siquiera pensaba mucho las cosas antes de hacerlas, o de decirlas. Pero así, así como era, yo la amaba tanto. Yo le escribía versos todas las noches, que al día siguiente pensaba leerle. Sin embargo, había algo que nunca me dejaba transpasar la línea entre ella y yo: había un hilo negro. Había un hilo protector que la envolvía y no dejaba que nadie se le acercara demaciado. Ella, tal vez, no se daba cuenta, porque cuando yo quería acercarme me iraba expectante, ansiosa, como diciéndole: ven, dime algo, lo que sea, nadie se acerca nunca, y no sé por qué...
Ella no lo sabía, ese hilo tejería su muerte. Yo la esperé años. Estuve siempre al borde del abismo por este amor enceguecido. Hasta que un día, decidí que lo más sano era partir de su lado, comenzar una vida, olvidarla, aunque en el amor que sentía por ella, se resumían mi infancia y mi juventud.
Hace algunos años, me enteré de que murió ahorcada por el mismo hilo negro que tanto la protegió y la amo. Tal vez si es cierto que el amor mata.

lunes, 10 de mayo de 2010

El Sol y la Luna


Luna, Luna yo no quiero más Luna, porque si siempre sale la Luna jamás volverá a salir el Sol, el Sol no sale más porque está enojado con la Luna y si la Luna siempre aparece y se apodera del territorio (que antes ambos compartieron) el Sol se va a cansar de querer salir, y no va a volver jamás a pisar el Cielo.
Luna, eres tan egocéntrica, Luna, cuántas veces debo decirte que es el Sol el centro de nuestro “Sistema Solar” (si es que no lograste notarlo en el enunciado). Eres celosa y envidiosa, Luna. Te quedaste con todos los amigos del Sol y él ahora, se siente muy solo, porque no puede salir a jugar con sus amigos de antes. Cómo puedes hacer esto, Luna. Después de todo lo que vivieron juntos tú y el Sol. Después de todas las constelaciones que se regalaron en arrebatos de amor. Eres muy ingrata, Luna. No valoras el fuego que ardió entre ustedes. Y no me vengas con que él era el único que ardía, porque tú sabes bien que él te enseñó a arder a ti, Luna. Con el Sol, aprendiste a amar. Con el Sol, aprendiste a encender el Cielo. Lo de la separación fue difícil, y estamos consientes de ellos, Luna, nadie lo niega. Pero, Luna, tú sabes porqué sucedieron así las cosas. Debían ser así. Ni tú ni el Sol querían que así fuera, tú lo sabes mejor que nadie, si hubiera sido por decisión propia, el Sol jamás te habría abandonado. Pero, tú lo sabes, Luna, de alguna forma, hay que darle equilibrio al sistema, y lo de ustedes, iba para catástrofe.