lunes, 20 de agosto de 2007

Viole(n)ta




Violenta, no seas tan cruel, te canta Soda por los parlantes y tú no miras y te haces la tonta.

Violeta dejó de ser alguien para pasar a ser del viento. Se dejó caer del árbol creyéndose con alas. Ahora no busca nada, porque está inmersa en ella. No quiere saber de los corazones que ha roto, de las cabezas que corta, de las flores que mata. Violeta, mírame, le ruegan todos, dolidos por su ausencia, pero ella no mira y se va despacito, sin dejar algo de amor porque no lo conoce, no sabe siquiera pronunciarlo. Se mira al espejo, ahí no hay nada, alcanza a decir. Ella camina por la alameda dejando algo, sin nombre y sin forma, en el viento. Violeta, te amo tanto. Suéltame la mano. No quiere a nadie. No hay familia, nunca la hubo. Dame algo que me ayude a querer, le rogaría al cielo si al menos latiera ese muerto órgano vital que oculta bajo la blusa.

Violeta deambula violenta por la vida, tirándole escupos a los mirones resentidos. Antes de llegar a la esquina un auto sube a la calle y termina con sus piernas. Cuando abrió los ojos, ya no las tenía. Postrada en un hospital, lloró lo que nunca había llorado y derramó tantas lágrimas que se deshidrató en un par de días. El pecho se le infló de tanta angustia dormida que se había ido acumulando lentamente entre sus venas. Ahora sentía y ese corazón cadavérico comenzó a moverse frenético, pateándole las entrañas del cuerpo, comiéndose rápido sus pensamientos, antes de darse cuenta, ella se movía a su delirante compás. Los doctores impactados, trataron de tomarla por los brazos, antes de que se fuera volando por la ventana abierta. Ya era tarde y Violeta se quedó en el viento, plasmada en una nube cerca del sol.

1 comentario:

Cristóbal Gómez dijo...

Hermoso
como tú
mi preciosa
niña linda

te amo
te Amo
te AMO