miércoles, 31 de marzo de 2010

Me llamaste por mi segundo nombre


“Te ves bonita. Ese vestido te queda precioso”.

Te sonreíste, me sonreí, nos sonreímos. Me corriste el pelo de la cara y te miré sorprendida: nunca te habías atrevido a tocarme siquiera la mano, por más que me repetías al oído las mismas palabras de amor. O de un pseudo amor, en realidad, nada estaba declarado, además, no teníamos una relación formal; nunca nos habíamos besado. Yo esperaba ese momento, me imagino que tú también.

Ir a conocer a tus padres. Qué cosa más romántica. Con lo que me gustaba tu familia. Con tu familia me refiero a tus hermanos, porque está claro que no tenía ni idea de cómo eran tus progenitores.

Vino blanco, agradable noche, muchas risas y sonrisas, como a mí me gustan las veladas, siempre cliché. Atrevido. Me empezaste a tocar la pierna por debajo de la mesa (así como en la canción y como en las películas, me pasó en la vida real). Me subiste el vestido lentamente, hasta llegar a un punto donde no te atreviste a seguir, y retiraste la mano. Tus padres miraban espectantes a mi reacción. Cómo si todo hubiese estado arreglado. Tus hermanos, se reían bajito y yo no entendía nada.

El postre, llegó el postre y yo pude relajarme, porque los demás distrajeron sus miradas hacia otro lado, ya no hacia mí.

Mi pseudo amor de primavera, ya hacía un año que nos conocímos en el metro. Aquella tarde oscura para mí, donde un auto me empapó los calcetines al salir del colegio. Y tú, todo un caballero, te ofreciste para llevarme a mi casa. Yo me dejé llevar por ti, pero te dije que si querías algo conmigo, debías darme tiempo.

Noelia, me dijiste, ¿Quieres helado? Y yo pensé: ¿cómo es que sabe mi segundo nombre? Después, me dejé llevar por tus ojos que me ofrecían helado de chocolate (mi favorito). Hay que ir a buscarlo a la cocina, ¿Me acompañas? Y yo fui, te acompañé. No sé si arrepentirme, la verdad, no sé ahora qué pensar. Es cierto que no es bueno dejarse llevar por impulsos, pero no fue impulso, creía conocerte, y más en ese momento, donde por fin conocía a tus padres, pensando que yo era importante para ti, que sólo a mí me los estabas presentando. Bueno, me equivoqué contigo, tal vez, no afirmo porque no quiero escupir al cielo. Yo sigo enamorada de ti. Aquí he conocido a muchas chicas como yo, en el sentido de sentirse enamoradas de ti. Porque las hay rubias, morenas, de tez blanca, trigueñas, hay de todos tipos. Unas más simpáticas, otras más serias, unas un poco agresivas. En fin. Tienes tu harem de mujeres encerradas en tu sótano. Que es bastante más grande que los otros sótanos.

El helado estaba tan rico que me dio hasta sueño. Y después, vino el sótano.Después de caer allí, lo entendí todo. La simpatía de tus padres, de tus hermanos, tus arrebatos de sicópata en celo. Además, me explicaste que hiciste llegar una carta a mi casa donde “yo explicaba” que me iba, que por favor no me buscaran porque me iba. Para eso necesitaste saber quien era yo. Noelia, como me llmaste, y desde esa vez, quise que siempre me llamaras Noelia, cuando me llavabas a tu pieza para hacerme el amor, te rogaba que me llamaras Noelia.

Por esa época yo fui la favorita, tu harem estaba un poco desvencijado y yo venía llegando recién. Te duré bastante más que las otras. Alrededor de tres años. Los más maravillosos años que he vivido. Luego pasé a ser del montón cuando llegó Estela. Luego fueron llegando varias más y yo fui quedando atrás.

No hay comentarios: