jueves, 12 de marzo de 2009

Oda a la Madre Muerta

La de cabellos blancos y ojos infinitos perdidos en la nada absoluta. Que siempre estuviste a punto de caerte y nunca bajaste los brazos ni bajaste los pies del cielo porque eras tú la que hacía que todo fuera tan tremendamente etéreo en el hogar
y que las hojas de los árboles puedan oler a rosas,
aunque sólo fueran sauces colgando de un reloj de oro
que nos decía cuando te quedabas dormida
con nosotros acurrucados en tus rodillas eternas y enteras
llenas de lo que jamás volvimos a beber
del susurro del silencio de la vida misma
porque eras tú la misma vida que nos cerraba los ojos ante una canción de cuna
la vida misma absorta en rincones con olor a cebolla frita cociéndose a fuego lento en la hoya a presión mas oscura de la casa
envueltos los aros de cebolla en tus dedos eres capaz de tejer un manto de alegrías y corazones con tu pecho de ave rojo que desde lo alto de una guitarra nos canta la canción del infinito
la misma que tejes con tus ojos al mirarnos y no mirarnos, reposando en tu siempre silla de cobre cristalino
cuando nos despedimos de ti de la única forma que sabemos despedirnos los humanos: con un beso en la frente y un "adiós, hasta mañana".

3 comentarios:

Akisuki dijo...

hay muchas formar de despetirte pero siempre siguen contigo.
saludos

Drayden dijo...

adios , hasta maniana

Cristóbal Gómez dijo...

bonita memoria

ojalá todas las madres fuesen así

en cambio

hay algunas que abandonan a sus hijos

y los maltratan toda su vida anterior

***

saludos July

y qué estés muy bien